Los pasajeros del jardín







Autor: Silvina Bullrich

Género: Novela 
Editorial: Emecé Editores - Círculo de Lectores 
Año: 1973
Páginas: 157
Calificación: 4/5


¿Te has imaginado que sería de tu vida si la persona amada con la que compartes el día a día y eres muy feliz, tiene una enfermedad terminal y debes aceptar la idea de que dentro de poco no lo (a) verás más? Terrible, ¿verdad? Este libro nos involucra en esa desgarradora historia, una historia inspirada en la propia vida de la autora y que ha sido llevada a la pantalla grande.

La narradora de 36 años y su pareja, de 49, hacen vida en común en el pueblo de San Eulogio. A ella le gusta encuadernar libros y él trabaja en un vivero. Están tan unidos y tan compenetrados que practicamente viven en su mundo, con muy pocas amistades pues se tienen el uno al otro y eso es suficiente. Ambos llevan una vida tranquila rodeados de flores y amor, cuando la desgracia los sorprende.

Al principio, la noticia le cae a ella de sorpresa, no quiere aceptar la realidad de lo que está por venir y es comprensible el golpe. Después, siguiendo con la lectura, vamos compartiendo con la protagonista todos los sentimientos que van aflorando en ella y las decisiones que va tomando ante esta terrible situación. 

Ella trata de buscar algún medio para poder combatir la enfermedad, hace todo lo posible para mantenerse fuerte, intenta adaptarse a la vida sola, la vida que tendrá que llevar más adelante acostumbrándose a la ausencia del ser amado en los momentos en que éste se va a trabajar. Nunca habla con él sobre la enfermedad que lo aqueja, solo se esfuerza para aprovechar cada momento del día y hacer que la persona amada se sienta dentro de todo, bien. Todo detalle cuenta.

Si bien este libro puede parecer el clásico libro azucarado y romántico con final trágico, pues creo que no lo es. Es un libro que va más allá de una simple historia de amor, pues nos lleva a la reflexión. De ser concientes de nuestra naturaleza mortal. Que nadie tiene comprada la vida y que valoremos cada uno de los momentos vividos no solo con nuestra pareja sino con todos nuestros seres queridos. ¡Es un libro recomendable!





La vida, comprendes, es algo sagrado, hay que sentirla...beberla lentamente, no así a grandes tragos.
Pág. 24


Nos habíamos aventurado en un camino sin salida, imprudentemente, sin pensar que un día uno de los dos podía quedar. Ambos lo sabíamos y lo aceptábamos como una fatalidad.
Pág. 25


Recuerdo una vieja poesía francesa aprendida en la infancia. Un niño supo que su hermana de quince años moriría al caer la ultima hoja, para evitar ese desenlace y volverlo eludible se dedicó a atar minuciosamente las hojas secas que se desnudaban. ¿Si yo atara esas florecitas celestes de borde amarillento? Son tan frágiles que se harían polvo entre mis manos. Pero ya iban cayendo casi todas y tu seguías vivo, fuerte, sereno y sensual como el primer día.
Pág. 79 


Es difícil acompañar a alguien de la mano hacia la muerte.
Pág. 79


La vida, comprendes, es algo sagrado, hay que sentirla...beberla lentamente, no así a grandes tragos.
Pág. 24




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