La balada del café triste
Autora: Carson McCullers
Título original: The ballad of the sad café
Género: Novela corta
Editorial: Seix Barral - Oveja negra
Año:1984
Páginas: 140
Año de la primera edición: 1951
En un pueblo solitario, triste y olvidado, existía un café muy concurrido. Su dueña era la adinerada y peculiar Amelia Evans, quien junto a su primo Lymon Willis, un hombrecillo jorobado, lograron que dicho establecimiento sea un éxito. Ha pasado mucho tiempo ya pero aún se recuerda al café, a su dueña, al primo y a Marvin Macy, ex convicto y esposo de Amelia, así como los hechos que se suscitaron entre ellos y que derivaron, entre otras cosas, al cierre del local.
Lula Carson Smith, conocida como Carson McCullers, fue una escritora estadounidense que cultivó casi todos lo géneros literarios como el cuento, la novela y teatro.
El relato La balada del café triste es una obra que nos engancha y causa intriga a pesar que desde el inicio ya sabemos como termina la historia. Igual queremos saber más de ese pueblo, del café que fue exitoso y sobretodo quién es la persona que suele asomarse misteriosamente por la ventana de la vieja casa ubicada al centro del pueblo.
Tenemos como tema central de la novela al amor, pero no un amor común o empalagoso, sino un amor peculiar entre Amelia y su primo Lymon, tan distintos entre si y como es que su relación se ve perturbada por el regreso del ex marido de Amelia. Con un lenguaje sencillo que te envuelve en una admósfera de tristeza y melancolía, este libro nos muestra como el amor puede hacer cambiar a una persona.
Amelia es la persona más adinerada del pueblo. Ha heredado de su padre un almacén y una destilería que vende el mejor whisky de la región. Prospera en todo lo que hace, vende también menudillos y salchichas, y en otoño planta caña de azúcar, además de saber de carpintería y medicina. Alta, morena, de musculatura y osamenta de hombre, pelo muy corto, de facciones duras y ligeramente bizca. No tiene trato con la gente y la única utilidad que les ve es poder sacarles dinero, siendo su pasión los pleitos y tribunales. Es un ser solitario a pesar de los numerosos pretendientes que tiene. Su matrimonio con Marvin Macy duró solo diez días dejando a todo el pueblo asombrado y escandalizado. Lymon Willis, su primo, es en cambio muy sociable y arrogante, a pesar de ser físicamente pequeño, jorobado, con una cabeza enorme y ojos hundidos. Estos dos personajes harán que el café sea un éxito.
El resto de personajes también destacan por ser cada uno de ellos bastante singulares, así tenemos a Stumpy Mac Phail, el capataz de rostro colorado y pequeñas manos enrojecidas, a los mellizos Rainey, ambos albinos de ojos verdes, a Henry Macy, personaje tímido y asustadizo, entre otros.
En resumen, el argumento y los personajes hacen de este relato corto muy interesante y entretenido.
Año: 1991
País: EEUU
Director: Simon Callow
Reparto: Vanessa Redgrave, Keith Carradine, Rod Steiger, Cork Hubbert, Austin Pendleton y Beth Dixon.
Trailer
Inicio
Fue en medio de una tranquila noche de abril. El cielo tenía el color de los lirios azules del pantano, y la luna estaba clara y brillante. La cosecha se presentaba buena aquella primavera, y las últimas semanas la fábrica había trabajado día y noche. Abajo en el arroyo, la fábrica cuadrada de ladrillo estaba iluminada, y se oía el rumor monótono de los telares. Era una de esas noches en el que se oye con gusto, en el silencio del campo, el canto lento de un negro enamorado; esas noches en que uno tomaría su guitarra para sentarse a tocar con calma, o en que simplemente se quedaría uno descansando a solas, sin pensar en nada.
Pág. 10
Allí donde estaba de pie miss Amelia las llamas de la estufa proyectaban un resplandor que iluminaba su cara alargada y morena. Parecía pensativa, ensimismada y en su expresión había una mezcla de pena, asombro y vaga satisfacción. Sus labios no estaban tan apretados como de costumbre, parecía algo pálida y le sudaban las manos grandes y vacías. No cabía duda: aquella noche tenía el aire lánguido de una enamorada.
Pág. 42
La buenas almas del pueblo pensaban que, si aquellos dos habían encontrado alguna satisfacción de la carne, era un asunto que sólo les importaba a ellos y a Dios. Pero todas las personas sensatas estaban de acuerdo en negar aquellas relaciones. ¿Qué clase de amor era, pues, aquél?
En primer lugar, el amor es una experiencia común a dos personas. Pero el hecho de ser una experiencia común no quiere decir que sea una experiencia similar para las dos partes afectadas. Hay el amante y hay el amado, y cada uno de ellos proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo, sabe que su amor es un amor solitario. Conoce entonces una soledad nueva y extraña, y este conocimiento le hace sufrir. No le queda más que una salida, alojar su amor en su corazón del mejor modo posible, tiene que crearse un nuevo mundo interior, un mundo intenso, extraño y suficiente. Permítasenos añadir que este amante no ha de ser necesariamente un joven que ahorra para un anillo de boda, puede ser un hombre, una mujer, un niño, cualquier criatura humana sobre la tierra.
Y el amado puede presentarse bajo cualquier forma. Las personas más inesperadas pueden ser estímulo para el amor. Se da por ejemplo el caso de un hombre que es ya abuelo que chochea, pero sigue enamorado de una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw, hace veinte años. Un predicador puede estar enamorado de una perdida. El amado podrá ser un traidor, un imbécil o un degenerado, y el amante ve sus defectos como todo el mundo, pero su amor no se altera lo más mínimo por eso. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.
Por esta razón, la mayoría preferimos amar a ser amados. Casi todas las personas quieren ser amantes. Y la verdad es que, en el fondo, el convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante, y con razón: pues el amante está siempre queriendo desnudar a su amado. El amante fuerza la relación con el amado, aunque esta experiencia no le cause más que dolor.
Pág. 47
Pero los corazones de los niños son unos órganos delicados. Una entrada dura en la vida puede dejarles deformados de mil extrañas maneras. El corazón herido de un niño se encoge a veces de tal forma que se queda para siempre duro y áspero como el hueso de un melocotón. O, al contrario, es un corazón que se ulcera y se hincha hasta volverse una carga penosa dentro del cuerpo, y cualquier roce lo oprime y lo hiere.
Pág. 54
Cuando se ha vivido alguna vez con otra persona, es un tormento tener que vivir solos.
Pág. 116
... es preferible caer en manos de nuestro peor enemigo que enfrentarnos con el terror de vivir a solas.
Pág. 116