La imagen mutilada - Justino Ochoa






La imagen mutilada 
Justino Ochoa
Novela
Editorial Rocas
Colección Leopoldo Alas N° 28
141 pág.
1963








Con el nombre de La imagen mutilada, se publica este primer libro de cuentos de Justino Ochoa que incluye el cuento que le da nombre al libro, así tenemos los siguientes relatos: La imagen mutilada, donde nos enteramos que en la Catedral, especificamente en la Capilla dedicada al culto de la Inmaculada Concepción se ha hallado destruída la imagen de la Virgen dejando sorprendido y consternado al pueblo que busca saber quien fue el autor del hecho; El pilluelo de la cafetería, en el cual un niño de diez años es perseguido por el encargado de la cafetería y un guardia por robar una botella de cognac; El juguete inesperado - cuento de reyes, donde una pareja joven de buena posición económica lo tiene todo en la vida menos lo que más desea: un hijo; El susto, en el que Marisa, una jovencita de doce años confiesa a su amiga Rosario su miedo y preocupación porque desde hace días viene siendo seguida por un misterioso hombre; en La luna del lago, Guillermina insiste a su abuela que le cuente un cuento, el cual no es precisamente una historia si no la historia de su hermano Juanín y sus deseos de jugar con la luna; La llamada de Dios, nos trae la historia de Gabriel, un profesor de música que conoce a Martha y después de un tienpo deciden iniciar una vida juntos siendo bendecidos con una preciosa niña; en A bordo, Alicia presa de un mal presentimiento despide a su novio en la estación del tren pues este tiene que viajar a París como agregado de la embajada de España; La cruz, donde doña María prepara la casa con mucha ilusión y alegría pues Manuel, su hijo único varón regresa a casa después de varios años de estar entre las filas del ejército; Un pobre diablo y el perro, en el cual, Manuel, hombre ya mayor y solitario, es asiduo a un café de la ciudad siempre acompañado de su perro; en El castillo embrujado, Toñon quien destaca entre los mozos de la aldea por ser muy valiente, decide ir con un grupo de jóvenes al misterioso castillo que se encuentra en la colina cerca al pueblo que, según dicen, esta habitada por el diablo; y por último en La sangre caliente, Rufino Blanco es un mozo del pueblo manchego de Villacampa que tiene fama de encolerizarse y ser bravucón cuando bebe licor, por ello aunque lo consideran buena persona sus vecinos suelen temerle.   




Justino Ochoa, escritor oriundo de Lillo, villa manchega de la provincia de Toledo, España obtuvo el año de 1958 el primer premio en un concurso organizado por el diario barcelonés El correo catalán con el cuento La imagen mutilada, cuento con el que se da inicio a este libro.

El argumento de los cuentos que conforman este libro son de los más variados, donde el tema que los une son los diversos sentimientos que puede experimentar el ser humano, como la culpa, la compasión, el miedo, la frustración, entre otros. Un libro no extenso pero bien trabajado que puede ser leído fácilmente hasta por lectores muy jóvenes por la sencillez de su lenguaje.  Sus personajes, aunque a veces se equivocan, siempre están movidos por la moral y los buenos sentimientos. La religión y sus prácticas siempres están presentes en la vida de los personajes.

Si hay algo que criticarle a Ochoa podría ser quizás los finales o desenlaces. Personalmente creo que sus relatos pudieron tener mejores conclusiones, pero esto no le resta mucho, aún así es una delicia disfrutar de cada uno de ellos.


















Todos los actos de la vida, tengan o no importancia, se hacen con un propósito, por un motivo, por un interés. El mal por el mal sólo se concibe en los rematadamente perversos, en los espíritus diabólicos.
Pág. 21




Solamente un hijo faltábales en su vida para hacerla amable, completa, pero como la dicha lograda no existe, sería inútil que intentaran buscarla.
Pág. 40




-...y como quería tanto a la luna, siempre que aparecía entre celajes por encima de los árboles del jardín, se quedaba mirándola fijamente y la llamaba luego con insistencia diciéndole que bajase a jugar con él.
Pág. 64




Don Gabriel, el maestro, sentado ante el magnífico instrumento, mueve sus manos y sus dedos sobre las teclas y registros con ingravidez de alas. En el atril se abre el papel pautado, pero los ojos del maestro no lo miran. Sus pupilas vagan inciertas por bóvedas y nervaduras, por ventanales y cornisas, por capiteles y rosetones. Sus manos largas y pulidas, resbalan sobre el marfil bruñido de las teclas, arrancándoles melodías sublimes, no pensadas, porque ahora van brotando inesperadamente de su alma hecha de emoción, de sacrificio, de luz...
Pág. 78




-Yo estaré siempre con usted, siempre, siempre. Toda mi vida.
Pág. 80




Miró al cielo, muy azul con leves jirones de nubes blancas bajo el que cantaban las alondras alegremente, en duro contraste con su dolido corazón.
Pag. 141



















No hay comentarios :

Publicar un comentario