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Siempre hay caminos











Ciro Alegría
Novela
Biblioteca Nacional del Perú 
Introducción de Dora Varona 
95 pág.
1983
Año de la primera publicación: 1969
Calificación: 3/5
 

En Celendín, ciudad al norte de la serranía peruana, viven Candelario y Micaela, quienes han formado una familia junto a la pequeña Domi, hija de ésta. A su hogar llega un día una misteriosa mujer de la cual sólo se sabe su nombre: Eulalia Diaz, y por quien Candelario se sentirá muy atraído, formándose un triángulo amoroso entre estos personajes.



Siempre hay caminos es una novela corta del recordado escritor peruano Ciro Alegría. Su redacción fue comenzada en Santiago de Chile bajo el título de La flauta de pan en el año 1940, ambientada en los andes chilenos. Posteriormente el año 1959, viviendo Ciro Alegría en Cuba, retoma la historia situando la trama en la sierra norte del Perú y cambiándole el nombre por La desconocida, terminando dicha novela en el Perú el año de 1961 con el nombre final de Siempre hay caminos.

El libro nos narra una peculiar historia, distinta a la mayoría de las novelas de temática andina que suelen retratar la vida del campesino y la explotación indígena a manos de los patrones hacendados o las autoridades. En este caso, la historia se desarrolla entre personajes que se encuentran en un mismo nivel social, en el hogar formado por el aventurero Candelario y la celosa Micaela, quien da posada a una extraña mujer al encontrarla sola en el camino. La desconocida prefiere no hablar sobre ella y sólo se limita a dar su nombre, manteniendo silencio ante cualquier otra pregunta. Candelario siente gran interés y atracción por Eulalia y aunque trata de ser reservado respecto a sus sentimientos, dicha situación no pasa desapercibida por su conviviente.

Siempre hay caminos es un relato de prosa ágil que entretiene, engancha, causa intriga, retratando muy bien el paisaje andino y la psicología de la gente del ande, introduciéndonos en su día a día, resaltando en los diálogos las expresiones características del lugar, y con el predominio de personajes con carácter fuerte, poniéndole Domi, la hija de Micaela, la nota de dulzura e inocencia. Un libro con un final que no te esperas. Recomendable.






Allá en el lugar que dejamos, pensando que el dolor se quedó enterrao allá mesmo... Tenemos que irnos de allá...Pero luego vemos que el dolor no se quedó... El dolor se pega al pobre como un perro cariñoso...
Pág. 17




Perdí y gané muchas veces. La vida es como un libro de cuentas, con "debe" y "haber" y un renglón llamao "ganancias y pérdidas".
Pag. 21




En Celendín hacíamos sombreros en cantidá y hoy ya no, porque la gente no lleva sombreros en los pueblos grandes. Cuando hacíamos muchos, bien tejidos y blancos como la nieve, yo también me fui por el mundo, llevando sombreros... Me fui en "el viaje". Así decimos allá y hay mil que salen cada año. Se van en "el viaje". Demoré ocho años en volver y eso que sólo estuve en el Perú.
Pág. 20






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