¡Hola a todos!
Hoy les traigo una selección de poemas de Juan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva, 1881 - San Juan de Puerto Rico, 1958) ganador del Premio Nobel de Literatura en 1956. ¡Disfrútenlo!
Balada de la estrella
Sobre el pinar y la pradera,
una estrella de plata tiembla.
Pradera verde y soñolienta!
...viene un olor a madreselvas.
Desde su asno, mi alma eleva
una Romanza de la estrella.
Oh! en la campiña moguereña
Wagner, a un cielo violeta!
Sobre el pinar y la pradera,
una estrella de plata tiembla.
Un corazón, acaso, espera?
oh! y ese olor a madreselvas!
Pradera verde y soñolienta!
...el cielo está malva y violeta...
Era el olor a luna nueva?
La luna estaba... y yo sin verla!
Sobre el pinar y la pradera,
una estrella de plata tiembla.
(Baladas de primavera, Ed. Centenario, I, p. 91)
Convalecencia
Sólo tú me acompañas, sol amigo.
Como un perro de luz, lames mi lecho blanco;
y yo pierdo mi mano por tu pelo de oro,
caída de cansancio.
¡Qué de cosas que fueron
se van… más lejos todavía!
Callo
y sonrío, igual que un niño,
dejándome lamer de ti, sol manso.
…De pronto, sol, te yergues,
fiel guardián de mi fracaso
y, en una algarabía ardiente y loca,
ladras a los fantasmas vanos
que, mudas sombras, me amenazan
desde el desierto del ocaso.
(Estío, Ed. Centenario, "Verdor", VII, p. 56)
Octubre
Estaba echado yo en la tierra, enfrente
del infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.
Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.
Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno;
a ver si con partirlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.
(Sonetos espirituales, Ed. Centenario, I, p. 65)
Al mar anochecido
¡Si su belleza en mí morir pudiera
como en ti, mar, se borran los colores
que el sol divino te dejó, en las flores
de luz de toda su gentil carrera!
Mas ¿qué es la muchedumbre, pasajera
eterna, de este oleaje de dolores,
para tal resplandor de resplandores,
alba sola de toda primavera?
¡Mar, toma tú, esta tarde sola y larga,
como en ti, mar, se borran los colores
que el sol divino te dejó, en las flores
de luz de toda su gentil carrera!
Mas ¿qué es la muchedumbre, pasajera
eterna, de este oleaje de dolores,
para tal resplandor de resplandores,
alba sola de toda primavera?
¡Mar, toma tú, esta tarde sola y larga,
mi corazón, y da a su sufrimiento
tu anochecer sereno y extendido.
¡Que una vez sienta él cual tú, en la amarga
infinitud de su latir sangriento,
el color uniforme del olvido!
(Sonetos espirituales, Ed. Centenario, XXXII, p. 98)
La niña estaba soñando
historias de primavera;
la abuela le contestaba
con madrigales de ciega.
-Se van a secar los lirios,
mira cómo está la tierra...
-Si se han quedado dormido mis ojos...
¡cómo quieres que la vea!
- Se van a secar las rosas,
mira cómo está la tierra;
se van a secar los lirios...
- Deja que se sequen, deja...
El sol es el sol de junio
los arroyos crían hierba;
se van a morir las vacas
de sed... – Deja que se mueran...
-Que traigan la mula y saquen
de las norias agua nueva;
se están secando los huertos...
-Deja que se sequen, deja...
-Pero si el cielo está azul...
-No volverás, primavera...
- Si ya hay rosas por las noches
debajo de las estrellas...
-Mi corazón está frio,
tengo sueño y estoy ciega...
deja que se seque todo,
deja que crezca la hierba.
Así está el campo en silencio,
no cantará el agua nueva,
y cuando venga la muerte
quizás mi sueño la sienta...
Ayer pasó por aquí
Galán el pastor, abuela,
y me dijo: No me olvides;
volveré a la primavera.
(Pastorales, Ed. Centenario, "El valle", XIII, p. 155)
Árboles altos
¡Abiertas copas de oro deslumbrado
sobre la redondez de los verdores
bajos, que os arrobáis en los colores
mágicos del poniente enarbolado;
en vuestro agudo éxtasis dorado,
derramáis vuestra alma en claras flores,
y desaparecéis en resplandores,
ensueños del jardín abandonado!
¡Cómo mi corazón os tiene, ramas
bajos, que os arrobáis en los colores
mágicos del poniente enarbolado;
en vuestro agudo éxtasis dorado,
derramáis vuestra alma en claras flores,
y desaparecéis en resplandores,
ensueños del jardín abandonado!
¡Cómo mi corazón os tiene, ramas
últimas, que sois ecos, y sois gritos
de un hastío inmortal de incertidumbres!
¡Él, cual vosotras, se deshace en llamas,
y abre a los horizontes infinitos
un florecer espiritual de lumbres!
(Sonetos espirituales, Ed. Centenario, "Recogimiento", I, p. 107)
Mar ideal
Los dos vamos nadando
-agua de flores o de hierro-
por nuestras dobles vidas.
-Yo, por la mía y por la tuya;
tú, por la tuya y por la mía-.
De pronto, tú te ahogas en tu ola,
yo en la mía; y, sumisas,
tu ola, sensitiva, me levanta,
te levanta la mía, pensativa.
(Poesía en verso, Ed. Centenario, 15, p. 48)
La música
¡No la hagas nacer,
que tiene cuerpo y alma,
igual que una mujer; no seas
creador de la muerte con crearla, deja
su desnudez en la serenidad
-no existente-del piano!
¡No, no; que no levante
su cuerpo hermoso en el crepúsculo,
para luego caer, bajo la inmensa
negrura de su abierta cabellera!
(Poesía en verso, Ed. Centenario, 28, p. 55)
Eres tan bella
tú, como el prado tierno tras el arcoiris,
en la siesta callada de agua y sol;
como el rizado de la primavera,
contra el sol de la aurora;
como la avena fina del vallado,
contra el sol poniente del estío;
como tus ojos verdes con mi risa grana
como mi hondo corazón con tu amor vivo.
(Leyenda, Ed. Centenario, 28, p. 55)
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La noche
El dormir es como un puente
que va del hoy al mañana.
Por debajo, como un sueño,
pasa el agua, pasa el alma
(Voces de mi copla, Ed. Centenario, 1, "Voces espirituales", 4, p. 54)
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Virtud
Ten cuidado
cuando besas el pan
¡que te besas la mano!
(Voces de mi copla, Ed. Centenario, 1, "Voces espirituales", 14, p. 57)
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Casamiento
Las cosas dan a luz. Yo
las amo, y ellas, conmigo,
en arcoiris de gracia,
me dan hijos, me dan hijos
(Voces de mi copla, Ed. Centenario, 1, "Voces espirituales", 21, p. 59)
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El ritmo
Tira la piedra de hoy,
olvida y duerme. Si es luz,
mañana la encontrarás
ante la aurora, hecha sol.
(Voces de mi copla, Ed. Centenario, 1, "Voces espirituales", 28, p. 79)
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Libro
Libro, ¡afán de estar en todas partes,
en soledad!
(Voces de mi copla, Ed. Centenario, 1, "Voces ideales", 4, p. 78)
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