La moza mala
Manuel Ascencio Segura
Teatro
Editorial Nuevos Rumbos
1958
92 pág.
Lima antigua. Doña Lucía, su hermano León y sus dos sobrinas han sido invitados a un baile. Cuando la fiesta estaba de lo mejor, doña Lucía saca a sus sobrinas de la fiesta y las reprende por aparentemente bailar de forma "escandalosa", ordenándoles regresar de inmediato a casa. Panchita y Juanita obedecen a su tía muy contrariadas.
Don León, sale en busca de las jóvenes encontrándose con doña Lucía quien le comenta lo sucedido y que además, ya tiene elegidos a los futuros maridos de sus sobrinas: dos jóvenes extranjeros. Sin embargo este no se encuentra muy convencido ya que prefiere casar a sus sobrinas con algún compatriota.
Don León, sale en busca de las jóvenes encontrándose con doña Lucía quien le comenta lo sucedido y que además, ya tiene elegidos a los futuros maridos de sus sobrinas: dos jóvenes extranjeros. Sin embargo este no se encuentra muy convencido ya que prefiere casar a sus sobrinas con algún compatriota.
Lo que no saben los tíos es que a Juanita le gusta un joven llamado José y es correspondida. Gran problema pues doña Lucía muere también por José...
La moza mala es una pieza de teatro de un solo acto del gran Manuel Ascencio Segura que fue estrenada el 6 de diciembre de 1842. El título de la obra hace referencia al baile La moza mala, muy de moda en esa época.
El
libro leído y cuya fotografía se presenta al comienzo de esta reseña contiene dos piezas teatrales del mismo autor; en una primera parte está El sargento Canuto, que le da el título al libro, y en una segunda parte tenemos a La moza mala.
Esta obra es una comedia ágil, fresca, graciosa y divertida; una sátira que ilustra las costumbres de la época, donde el recato es norma y los matrimonios son arreglados. Se lee en un dos por tres, así que no hay excusa para no hacerlo.
Acto único
Escena I
Doña Lucía, Panchita y Juanita
Lucía: A dormir...¡no más jarana!
Panchita: Pero...
Lucía: No hay pero que valga;
y pobre de la que salga
de su cuarto hasta mañana.
Juanita: Pero, señora, no sé...
Lucía: ¡Silencio!, a dormir he dicho;
porque si yo me encapricho,
¡sabe Dios lo más que haré!
Pág. 51
Escena V
Juanita y Panchita
Juanita: No puedo, nomás, Panchita;
Ya me falta la paciencia;
mi desgraciada existencia
sólo a llorar se limita.
Estoy tan desesperada,
que, si sigue este trabajo,
me tiro del puente abajo
en la hora menos pensada.
Más no es posible sufrir,
no digo yo, ni una santa.
¡Tanta opresión quién la aguanta!
¡Mejor mil veces morir!
Sacarnos con tal desvío
del baile, ni sé por qué...
¿y el pobre de don José
que habrá pensado? ¡Dios mío!
¡Qué desgracia es ser mujer!
Desde la cuna a la tumba
en nuestros oídos retumba
sólo el ¡ay! del padecer.
Pág. 61
José: ¡Ay Juanita! te amo
más que a la agua el pez;
más que el ambicioso
más que a la morada
celestial aquél
que en santas vigilias
llegó a la vejez.
Por tí, dueño mío,
miro con desdén
el oro, la plata,
la fama, el saber
y el fausto y la pompa
con que brilla un rey.
Tú eres mi consuelo,
mi gloria, mi bien;
estar a tu lado
sólo es mi placer,
y dulce la vida
tan sólo me es,
porque tú en el mundo
habitas también.
Dime ¿que motivo
ha podido haber
para que te traten
de modo tan cruel?
Sacarte del baile
sin qué ni por qué,
cuando no habían dado
Juanita, las diez!
Pág. 65